Cristo humillado y escarnecido. |
En
angustias y en tristezas al alma de Cristo estará asociada. En este estado por
nadie será tocada. De mundo, demonio y carne estará liberada. Unida al Verbo
queda traspasada.
Son
las palabras de sus escritos autobiográficos que preceden a hablar de su
muerte. Son como la expresión de que su vida espiritual había llegado a su
plenitud espiritual, mediante la sumisión de su cuerpo y de su alma a la
voluntad del Señor, como hizo Jesús en la oración del Huerto, y que, unida al
Verbo, ya no temía al demonio, ni al mundo, ni a la carne.
Víctor
ya había experimentado, siguiendo las directrices de su maestro San Juan de la
Cruz, que la santidad no consiste en sentir gusto en las cosas espirituales, ni
en tener tan altas consideraciones y comunicaciones como los ángeles, sino en “saberse
negar de veras, según lo exterior e interior, dándose a padecer por Cristo y
aniquilarse en todo. Porque el aprovechar no se halla sino siguiendo a Cristo,
que es el camino y la verdad y la vida” (2Subida, 7, 8).
¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? |
Y el
camino que siguió Jesús fue morir a lo sensitivo a lo largo de su vida y
especialmente en su muerte, y morir a lo espiritual experimentando el
desamparo del Padre que le llevó a exclamar: “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué
me has abandonado? Y fue en ese desamparo cuando hizo la mayor obra que en toda
su vida con milagros y obras había hecho, ni en la tierra ni en el cielo, que
fue reconciliar y unir al género humano por gracia con Dios” (Ibid).
Todo
esto lo dice San Juan de la Cruz, “para que entienda el buen espiritual el
misterio del camino de Cristo para unirse con Dios, y sepa que cuanto más se
aniquilare por Dios, según estas dos partes, sensitiva y espiritual, tanto más
se une a Dios y tanto mayor obra hace. Y cuando viniere a quedar resuelto en
nada, que será la suma humildad, quedará hecha la unión espiritual entre el
alma y Dios, que es el mayor y más alto estado a que en esta vida se puede
llegar. No consiste, pues, en recreaciones y gustos y sentimientos
espirituales, sino en una viva muerte de cruz sensitiva y espiritual, esto es,
interior y exterior” (Ibid.)
Víctor
fue aniquilando la parte sensitiva mediante una vida austera y
soportando las enfermedades que le llevaron a la muerte, y la parte
espiritual sufriendo las terribles Noches oscuras que le llevaron a la
unión con Dios.
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