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| P. Jacinto María |
4. Conformidad con la voluntad de Dios.
Finalmente, quien desea santificarse, no debe querer más que lo que Dios quiere. Todo nuestro bien consiste en unirnos a la voluntad de Dios.
Santa Teresa decía: “Toda pretensión de quien comienza oración –y no se olvide esto, que importa mucho- ha de ser trabajar y determinarse y disponerse con cuantas diligencias pueda, a hacer su voluntad conforme con la de Dios, y estad muy ciertas que en esto consiste toda la mayor perfección que se puede alcanzar en el camino espiritual”.
Pero nótese, que el mérito consiste en conformarnos con la voluntad de Dios, no tanto en las cosas que nos son gratas, cuanto en las que son contrarias a nuestro amor propio; esta es la piedra de choque del amor que profesamos a Dios.
Estos males pueden proceder directamente de Dios, como enfermedades, reveses de fortuna, pérdida de parientes y amigos.
También nos debemos conformar con la voluntad de Dios en los males que nos vienen indirectamente de Dios, es decir, por medio de los hombres; tales males los quiere Dios en el sentido de que nada sucede sin su voluntad, como las injusticias, las maledicencias, las calumnias, las injurias y toda especie de persecuciones. Dios no quiere el pecado de estos tales, pero quiere que suframos la pérdida de intereses, la humillación, y quiere también que nos conformemos con su voluntad. (A. II BAC, 316)
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