
San Alonso de Orozco, fundador del primer
monasterio de Agustina Recoletas en Madrid.
En esta situación que parece no tener fe, unido a que del mundo nada la atrae, se siente miserable y desgraciada; solamente con el llanto se desahoga el alma, pero rara vez se tiene esa virtud. Se lloran amargamente los pecados, es verdadera humildad, es el Señor quien la pone en ella. Puede quedar contestada esa humillación que te pidió el Señor; nada mejor te puede suceder que estar inclinada a la humildad, es obra del Espíritu Santo, Hay que saber responder cuando es uno humillado.
Víctor fue manso y humilde de
corazón y por eso tiene frecuentes alusiones a la práctica de la humildad para
alcanzar la perfección cristiana, pues como dice Santa Teresa, “humildad es
andar en verdad”, que es reconocer que todo lo bueno que tenemos, lo
recibimos gratuitamente del Señor, y puso en práctica la tercera cautela contra
el demonio de su maestro San Juan de la Cruz que dice:
“Es que de corazón procures siempre
humillarte en la palabra y en la obra, holgándote del bien de los otros como
del de ti mismo y queriendo que los antepongan a ti en todas las cosas, y esto
con verdadero corazón. Y de esta manera vencerás el bien en el mal, y echarás
lejos el demonio y traerás alegría de corazón. Y esto procura ejercitar más en
los que menos te caen en gracia; y sábete que si así no lo ejercitas, no
llegarás a la verdadera caridad ni aprovecharás en ella. Y seas más amigo de
ser enseñado de todos, que querer enseñar aun al que es menos que todos”.
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