miércoles, 17 de julio de 2024

Habla Víctor. Nuestra Señora del Carmen.

Virgen del Carmen en el retablo de la Iglesia de los Carmelitas Descalzos
en Medina del Campo.

Virgen Madre de Dios. Por todos los días tres Avemarías rezar y el Escapulario llevar, de muerte natural varias veces me libraste. En este caminar que tantas veces caí, una tras otra me ayudaste a salir, hasta llegarme alcanzar rectamente caminar y de tu Hijo enamorar”.


La devoción a la Virgen del Carmen la recibió en el hogar paterno en el que todos los días se rezaba el Rosario, y en pleno mes de julio, a pesar de que las faenas de la recolección exigían a los labradores horas extras de trabajo, se hacía la novena en honor de la Virgen del Carmen. A esa devoción iba unido llevar el escapulario del Carmen y el rezo de tres Avemarías para conseguir el privilegio sabatino.


Más tarde, ya en Medina del Campo, al entrar en contacto con los Carmelitas Descalzos, decidió integrarse en la Orden Tercera del Carmen por ese amor entrañable a María, porque “el Carmelo es todo de María”. 


El Consejo de Víctor a sus amigos es que se consagren a María, y que todos los sábados renueven su consagración con estas o parecidas palabras:

 “Virgen del Carmen, llevo sobre mi pecho tu santo Escapulario, signo de mi consagración a tu Corazón inmaculado. Madre querida, soy tu hijo. Mi consagración, Madre, me exige una entrega sin reservas a tu persona, una dedicación generosa a tu servicio, una fidelidad inquebrantable a tu amor y una solícita imitación de tus virtudes.

Quiero vivir, conforme al ideal carmelitano, en ti, por ti, contigo y para ti. Amén.




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