miércoles, 10 de julio de 2024

Florecillas. La alegría de morir.

San Juan de la Cruz. Llama de amor viva.



Mi corazón está cada vez más enfermo, presiento que a este ritmo, pronto podré amar al Amado en su plenitud”. Carta de Víctor a sor Esperanza de 13 de febrero de 1983.

29 años antes de su muerte, cuando la enfermedad del corazón era ya tan notoria que hasta le dieron de baja en Pepsi-Cola y se jubiló, habla de su muerte con verdadera alegría, pues para él, la muerte no era el final, sino el inicio de una vida de felicidad plena, pues  desde ese momento podría amar al Amado para siempre.

Cómo no recordar los “Ayes del destierro” de Santa Teresa de Jesús, que comienzan con este estribillo: ¡Cuán triste es, Dios mío,/ la vida sin Ti! /Ansiosa de verte, /deseo morir.

Y prosigue en la primera estrofa: Carrera muy larga/ es la de este suelo;/ morada penosa,/ muy duro destierro./ ¡Oh Dueño adorado,/ sácame de aquí!/ Ansiosa de verte/ deseo morir.

San Juan de la Cruz, principal guía espiritual de Víctor, en el comentario a las palabras. “rompe la tela de este dulce encuentro” de la primera canción de “Llama de Amor Viva”, tiene estas palabras: “Sintiéndose, pues, el alma a la sazón tan al canto de salir a poseer acabada y perfectamente su reino…, como ve que no le falta más que romper esta flaca tela de vida natural en que se siente enredada, presa e impedida de su libertad, con deseo de verse desatada y verse con Cristo, haciéndole lástima que una vida tan baja y flaca la impida otra tan alta y fuerte, pide que se rompa, diciendo: Rompe la tela de este dulce encuentro” (Llama 1, 31).




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