miércoles, 22 de mayo de 2024

Florecillas. Santo de carne y hueso

Víctor manso y humilde de corazón.


Víctor era un santo que transpiraba santidad. Cuando alguien dice: “Yo de santos los de los altares”, yo digo que yo he conocido un santo de carne y hueso.  Carmen Arias.

 

El 19 de marzo de 2018, solemnidad de San José, el Papa Francisco publicaba la Exhortación Apostólica Gaudete et exultate, sobre la llamada a la santidad en el mundo actual, que comienza con estas palabras: “Alegraos y regocijaos (Mt 5,12) dice Jesús a los perseguidos o humillados por su causa. El Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para lo que fuimos creados. Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada” (N. 1).

 

Y antes de comentar cada bienaventuranza, añade: “Puede haber muchas teorías sobre lo que es la santidad, abundantes explicaciones y distinciones. Esta reflexión podría ser útil, pero nada es más iluminador que volver a las palabras de Jesús y recoger su modo de transmitir la verdad. Jesús explicó con toda sencillez qué es ser santos, y lo hizo cuando nos dejó las bienaventuranzas. Son como el carnet de identidad del cristiano”. (N. 63-64)

 

Ese es el camino que siguió Víctor. Se fió plenamente de Jesús y por eso vivió pobre, fue manso y humilde de corazón, Lloró por sus infidelidades y por los sufrimientos ajenos, luchó y sufrió defendiendo a sus compañeros de trabajo, fue misericordiosos con todos y a todos perdonó, incluidos los que le maltrataron, su limpio corazón nunca permitió el resentimiento, y todos los que le trataron, reconocen que su presencia transmitía paz.




No hay comentarios:

Publicar un comentario