San Gregorio Magno Papa, celebrando las misas gregorianas. |
“Vino a verme a la muerte de mi marido desde el pueblo de la provincia de Palencia donde vivía (Velillas del Duque) a Madrid, donde yo vivía. Me preguntó si había encargado ya las misas de San Gregorio. Le dije que no. Y me dijo: “Encárgaselas ya”. Carmen arias.
Víctor siempre se preocupó de los enfermos, por eso se hizo miembro de la Congregación de San Felipe Neri, dedicada expresamente a visitarlos en los hospitales, para llevarles un mensaje de esperanza y procurar que no fallecieran sin haber recibido los últimos sacramentos.
Pero su preocupación tan bien fue grande cuando fallecían, pues siempre se nos ha hablado de que, para el encuentro con el Señor es necesario morir sin mancha de pecado, algo muy difícil, y que por tanto, para limpiamos de los pecados e imperfecciones, debemos pasar por lo que llamamos purgatorio.
Por eso, un gesto único de amor por un difunto es aplicarle las misas gregorianas, misas durante treinta días seguidos, para liberarle de las penas del purgatorio. Reciben este nombre, porque fue el Papa San Gregorio Magno el que las recomendó, porque fue testigo cuando era abad del monasterio benedictino de San Andrés en Roma, de como al fallecer el monje Justus, le encontraron monedas que no podía tener por su voto de pobreza y temieron por su salvación. Al celebrar la última misa salió del purgatorio y se apareció glorioso a su compañero Cipiosus para darle las gracias.
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