miércoles, 16 de febrero de 2022

Habla Víctor Fe teologal (V)

Hermoso cultivo de viñedo gracias a los intensos cuidados de los viñadores.


Tenemos al Espíritu Santo de Dios, que es el que siembra en nosotros desde el bautismo la fe, esto sin que nosotros seamos conscientes de ello, por recibirlo de niños. Esta suerte hemos tenido, por tener unos padres cristianos preocupados por nuestro bautismo tan pronto como nacimos. ¿Cómo hemos cultivado esa riqueza que el bautismo en nuestra alma sembró? Aquí esta todo el meollo de tener o no tener fe, o hasta donde esta llega. Como los frutos del campo, Dios la hace crecer, pero nosotros la tenemos que cultivar, abonar y regar; en caso contrario, raquítica se quedará.

 

En estos años de abandono del campo, he comprobado muchas viñas abandonadas, estas que tanto fruto dieron con sus uvas hermosas y buenos vinos, se las ve raquíticas y casi totalmente extinguidas. De dar fruto ni pensarlo. Malas hierbas, zarzas, espinos y abrojos cubren todas las parras. Esto mismo le sucede a la fe que el Espíritu Santo sembró en nosotros. Si nos abandonamos a dar gustos a nuestros apetitos desordenados, estos la van aniquilando, y aunque no la puedan exterminar, su presencia está tan minimizada, que por ninguna parte se la nota. Antes al contrario, su existencia se niega.

 

Víctor, cada vez que se le presenta la oportunidad de hablar del bautismo, la aprovecha para destacar el valor de este sacramento que nos limpia del pecado original y nos convierte en hijos de Dios, pero también para resaltar el verdadero amor de unos padres cristianos, que lo primero que hicieron fue bautizarle.

 

Aquí se plantea además la responsabilidad que todos contraemos de cumplir con los compromisos del bautismo dando frutos abundantes. Dios siembra en ese momento la fe, pero de nosotros depende cultivarla para que crezca día a día y no se quede raquítica.



No hay comentarios:

Publicar un comentario