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Hospital Gregorio Marañón en el que Víctor visitaba a los enfermos. |
Cuando se lo permitían, visitaba a los enfermos de la sección de psiquiatría, los que se encontraban aislados. Algunos estaban encerrados en una especia de celdas a causa de su gravedad. Algunos cuidadores les tenían miedo. A Víctor le abrían esas estancias, se acercaba en el nombre de Jesucristo con cariño y amor al enfermo, les mostraba el crucifijo y contaba cómo algunos lo besaban, no mostrando violencia alguna, sino mansedumbre. Víctor no tenía miedo. Su fortaleza era Dios. (Begoña)
Visitar enfermos en los hospitales, es una vocación que
tienen muchos creyentes comprometidos. De hecho, muchas de las parroquias que
cuentan con algún hospital dentro de sus límites parroquiales, preparan a
personas caritativas para que visiten esos hospitales, lleven a los enfermos un
mensaje de conformidad con su enfermedad, les hablen del valor de sus
sufrimientos y alienten su esperanza, e incluso las capacitan para llevar la
comunión a los enfermos.
Pero son muy pocos los que se dedican a visitar a los
enfermos mentales en general y menos a los agresivos. Los Hermanos
Hospitalarios de San Juan de Dios son ejemplares en la atención a este tipo de
enfermos en sus hospitales. En el Hospital Francisco Franco, hoy denominado
Gregorio Marañón, que era en el que Víctor visitaba a los enfermos, había un
apartado para este tipo de enfermos con una sección de celdas cerradas para los
enfermos agresivos.
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San Juan de Dios salvando a enfermos de un incendio. |
A esta sección solamente podían acceder los doctores,
enfermeros y los guardianes especiales. A Víctor se le permitió visitarles al
comprobar su buena voluntad y buena preparación. Víctor se presentaba en nombre
del Señor, para comunicarles que Jesús les amaba y que un día les libraría de
su enfermedad y disfrutarían para siempre en el reino de los cielos.
Con su crucifijo al
cuello, con su presencia humilde y cariñosa, conseguía que le escuchasen y le
considerasen como un amigo que quería ayudarles en su situación, y no como
vigilante para controlar sus actos y castigar sus acciones. La clave de su
éxito estaba en su cariño y amor a los enfermos y en visitarles en nombre del
Señor.