miércoles, 19 de mayo de 2021

Habla Víctor. Oración de repetición.

Portada de una edición
del Peregrino Ruso.


Esta oración es la más simplificada. El alma enamorada repite constantemente alguna frase que sale del interior, puede durar horas. Cualquier forma de oración es buena, aprovechar según las circunstancias interiores.

 

Desde el siglo IV, con el origen del monaquismo, se comenzó a dar una gran importancia a la vida de oración, que ocupaba la mayor parte del día. Querían cumplir el precepto del Señor de orar siempre, sin interrupción, día y noche. Era prácticamente imposible realizar ese deseo, pero se dieron cuenta de que se podía hacer mediante la oración implícita, que consistía en impregnar todo del espíritu de oración acordándose del Señor mientras se trabajaba.

 

Los monjes encontraron el modo de orar noche y día sin interrupción en la recitación frecuente de jaculatorias, dichas más con el corazón que con la lengua, pero constantemente repetidas, aunque fuera en silencio.

 

Este tipo de oración recuperó su importancia cuando en la segunda mitad del siglo XIX apareció un libro de autor anónimo que se ha editado con el título de “El Peregrino ruso”, que relata la peregrinación de un laico que se ejercita en este método de oración continua, que allí mismo se define “como una llamada continua a su nombre divino, con los labios, en el espíritu y en el corazón; consiste en representarlo siempre presente en nosotros e implorar su gracia en todas las ocasiones, en todo tiempo y lugar, hasta durante el sueño, repitiendo las siguientes palabras: Jesús mío, ten misericordia de mí”.

 

Un momento de oración en Taizé.

En 1940 surgió un movimiento ecuménico en Taizé, fundado por el hermano Roger, que ha tenido y sigue teniendo repercusión especialmente entre los jóvenes. En ese movimiento se da importancia a los momentos de oración en que se compaginan cantos, silencios interrumpidos de vez en cuando por unas palabras tomadas de la Sagrada Escritura que repiten con frecuencia, a manera de mantras para que se graben en el corazón. Es algo parecido a lo que recomienda Víctor al decir: “El alma enamorada repite constantemente alguna frase que sale del interior”.



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