Navidad. Jesús nace pobre y humilde. |
Una monja
contemplativa, le escribió en enero de 1984 deseándole “que viviese las fiestas
litúrgicas del año”, y Víctor le contesta rápidamente: Si así no lo
hiciera, ¿qué hijo de la Iglesia sería? Esta es una de las gracias que el Señor
nos concede a los que luchamos por caminar en su servicio, el aprovecharnos del
contenido de todas las fiestas que conmemoran toda la vida y pasión del
Redentor y su Santísima Madre.
Por
sus escritos y por muchos testimonios de personas que le trataron, sabemos que
Víctor vivió con fe y devoción todas las celebraciones de los misterios. Sabía
muy bien que las celebraciones de la Iglesia no son meros recuerdos de hechos
pasados, como sucede cuando se celebran los días de héroes nacionales, por
ejemplo, sino la actualización de los misterios, y por tanto, con el mismo
valor salvífico que cuando tuvieron lugar.
Las
fiestas que con mayor amor celebraba, eran las de Navidad y las de Semana Santa.
Aunque cada misa tiene un valor infinito, por renovarse el misterio de la
pasión, muerte y resurrección y por eso participaba cada día, las fiestas de
Navidad y Semana Santa las celebraba con más fervor.
En
Navidad centraba sus meditaciones en los esfuerzos, sacrificios y humillaciones
que tuvieron que pasar María y José al llegar a Belén y ser rechazados por
todos y no poder encontrar un lugar para el nacimiento del Hijo de Dios por ser
pobres. Pero lo que le anonadaba, era ver nacer al Dios hecho hombre en una
cuadra y que su cuna fuera un pesebre en el que se echan los alimentos a los
animales. ¡Cómo Dios, el creador y dueño de todo cuanto existe podía
nacer en una cueva de animales! Por eso Víctor vivió pobre y amó a los
pobres, porque en ellos veía al Jesús pobre. Y cuando su esposa, al quedar
embarazada de la última hija viviendo en una casa muy pequeña le dijo: ¿Y
dónde la colocaremos si no hay sitio? Él, con toda paz le contestó: Seguro que
tendrá mejor sitio que el Niño Jesús en Belén.
Lo
mismo sucedía con la celebración del Triduo Pascual. Sus hijas recuerdan las
horas que se pasaba Jueves y Viernes Santo en presencia del Santísimo en
actitud de profunda adoración y cómo ayunaba a pan y agua.
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