miércoles, 26 de diciembre de 2018

Testimonios. P. Juan Jesús Sánchez (II)


P. Juan Jesús, sacerdote Carmelita Descalzo

Últimos recuerdos.
Es verdad que estaba informado, aunque fuera indirectamente, de la supuesta conversión y de la vida ejemplar del Sr. Víctor desde que sucedió su ruinoso negocio en Medina del Campo, y de su posterior establecimiento familiar y laboral en Madrid, pero no había tenido nunca la ocasión de tratarle personalmente de forma confidencial.
Tuve la oportunidad de conocer humana y espiritualmente al Sr. Víctor Rodríguez el 2002, durante sus últimos años de estancia en Medina del Campo, hasta que comenzó a tener síntomas profundos de su enfermedad.

Era un poco extraño y al mismo tiempo asombroso, oírle decir y proclamar sin el menor rubor posible, pues lo soltaba abiertamente a los demás cuando se presentaba la ocasión, que la mayor gracia que le había hecho Dios en toda su vida, fue permitir  que se arruinase económicamente, pues así le libró totalmente de la ceguera y de la esclavitud del dinero y de los bienes materiales, que habrían sido para él su perdición, sirviéndole al mismo tiempo de iluminación interior y de transformación de la mente y del corazón para progresar espiritualmente y entregarse al cumplimiento de la voluntad de Dios en toda su vida.

Víctor ya muy anciano.

Tenía una conciencia transparente en todos los ámbitos humanos, impregnada de sensibilidad cristiana. Manifestaba una fe muy sólida y coherente en todas sus situaciones personales, tanto de carácter espiritual como familiar, social y económico. Era admirable su espíritu de humildad, sencillez, caridad y pobreza, con una sensibilidad especial hacia los pobres y a las obras sociales de la Iglesia según sus posibilidades: Cáritas, Manos unidas, Domund, Vocaciones Carmelitanas y otras ayudas particulares. Practicaba un espíritu autocrítico muy riguroso y radicalista consigo mismo, sintiéndose al mismo tiempo muy lejos de la santidad.

Era extraordinariamente fiel a sus compromisos cristianos y prácticas piadosas: la Eucaristía y la comunión diaria, el rezo del santo rosario, los ejercicios espirituales anuales y sus obligaciones de terciario carmelita y de adorador nocturno.

Iglesia de los Carmelitas Descalzos de Medina del Campo donde se encontraban

Vivía intensamente todas las alegrías, preocupaciones, problemas y esperanzas de su numerosa familia. Sentía verdadera ilusión y felicidad de recordar a sus religiosas carmelitas de su familia directa y se lamentaba al mismo tiempo de no haber podido tener algún hijo sacerdote carmelita.

Concluyo diciendo que el Sr. Víctor Rodríguez era una persona de una gran fe, de una gran virtud y de una gran ejemplaridad.


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