miércoles, 19 de diciembre de 2018

Florecillas. Víctor Vaquerillo.

Quintanadiez de la Vega donde Víctor hizo de vaquerillo


“Mi padre llevaba las vacas a pastar a los cinco años, y mientras pastaban, él jugaba con otro niño a quien sus padres habían encomendado la misma tarea, hasta que aparecía su hermano Natalio, de unos trece años de edad y le regañaba por no cuidar con responsabilidad las vacas de casa” (Eva María).

Eva nos habla de Víctor como vaquero desde los cinco años y nos parece una exageración que a los cinco años pudiera hacer algo semejante. ¿Cómo un niño de cinco años podía llevar a pastar animales tan grandes como las vacas, cuidarlas en el prado y volverlas a la cuadra?

Joven sacando vacas a pastar.

Parece que el oficio le gustaba y algunas de las travesuras que hizo cuidando las vacas, las recordó siempre con tanto agrado, que hasta se las contaba a sus hijos y a sus nietos. Así nos consta por una carta que tenía guardada su hijo José Francisco dirigida a su Nieto Ignacio para felicitarle el día que cumplía 6 años, en que aparecen detalles tan simpáticos, que merece la pena conocer. Está escrita en Velillas del Duque con fecha de octubre de 1992 y el texto dice:

Vacas pastando en un prado
“Querido nieto: Muchas Felicidades en tu 6 cumpleaños. Que lo pases muy bien junto a tus padres y amigos.
Te voy a contar las aventuras de un niño cuando tenía 6 años. Se levantaba temprano. Después de desayunar un buen plato de patatas, cogía un palo y se llevaba las vacas a pastar en los prados.
Allí se juntaba con otros niños que ejercían el mismo trabajo. Pescábamos peces, cangrejos y ranas. Hacíamos una hoguera y los asábamos y nos los comíamos. También cazábamos lagartos, culebras, ratas, topos, erizos y otros animales. Estos no los comíamos.
Buscábamos nidos de pájaros y mirábamos cuantos huevos tenían, y cuando nacían las crías las visitábamos todos los días, hasta que se hacían mayores y volaban. También recogíamos patatas y las asábamos en la lumbre. Estas también las comíamos.
Jugábamos a escondernos entre los matorrales. El que perdía, le tocaba buscar a los otros. También nos bañábamos, así aprendimos a nadar”.
Nos llevaban la comida al prado. De postre buscábamos moras y otros frutos silvestres. Continuará.

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