Quintanadiez de la Vega donde Víctor hizo de vaquerillo |
“Mi
padre llevaba las vacas a pastar a los cinco años, y mientras pastaban, él
jugaba con otro niño a quien sus padres habían encomendado la misma tarea,
hasta que aparecía su hermano Natalio, de unos trece años de edad y le regañaba
por no cuidar con responsabilidad las vacas de casa” (Eva María).
Eva
nos habla de Víctor como vaquero desde los cinco años y nos parece una
exageración que a los cinco años pudiera hacer algo semejante. ¿Cómo un niño de
cinco años podía llevar a pastar animales tan grandes como las vacas, cuidarlas
en el prado y volverlas a la cuadra?
Joven sacando vacas a pastar. |
Parece
que el oficio le gustaba y algunas de las travesuras que hizo cuidando las
vacas, las recordó siempre con tanto agrado, que hasta se las contaba a sus
hijos y a sus nietos. Así nos consta por una carta que tenía guardada su hijo
José Francisco dirigida a su Nieto Ignacio para felicitarle el día que cumplía
6 años, en que aparecen detalles tan simpáticos, que merece la pena conocer.
Está escrita en Velillas del Duque con fecha de octubre de 1992 y el texto
dice:
Vacas pastando en un prado |
“Querido
nieto: Muchas Felicidades en tu 6 cumpleaños. Que lo pases muy bien junto a tus
padres y amigos.
Te
voy a contar las aventuras de un niño cuando tenía 6 años. Se levantaba
temprano. Después de desayunar un buen plato de patatas, cogía un palo y se
llevaba las vacas a pastar en los prados.
Allí
se juntaba con otros niños que ejercían el mismo trabajo. Pescábamos peces,
cangrejos y ranas. Hacíamos una hoguera y los asábamos y nos los comíamos.
También cazábamos lagartos, culebras, ratas, topos, erizos y otros animales.
Estos no los comíamos.
Buscábamos
nidos de pájaros y mirábamos cuantos huevos tenían, y cuando nacían las crías
las visitábamos todos los días, hasta que se hacían mayores y volaban. También
recogíamos patatas y las asábamos en la lumbre. Estas también las comíamos.
Jugábamos
a escondernos entre los matorrales. El que perdía, le tocaba buscar a los
otros. También nos bañábamos, así aprendimos a nadar”.
Nos
llevaban la comida al prado. De postre buscábamos moras y otros frutos
silvestres. Continuará.
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