sábado, 25 de octubre de 2025

Testimonios P. Jacinto María (IV)

 

 P. Jacinto María de la Cruz

3º. Presencia de los dolores y humillaciones

En tercer lugar, el que quiere santificarse tiene que estar presto a sufrir en paz y por Dios la pobreza, las humillaciones, la enfermedad, todo, incluso la muerte.

El Apóstol escribió: “Glorificad a Dios en vuestro cuerpo”. Estas palabras las comenta sí el abad Gilberto: “San Pablo quiere que llevemos a Cristo,  pero gloriosamente, no con tristeza ni quejas; que le llevemos, no que le arrastremos a la fuerza”.

El alma no demuestra su amor a Dios aceptando los consuelos, sino los  dolores y humillaciones, como dijo nuestro Redentor cuando salió al encuentro de los soldados que iban a prenderlo para darle muerte:

“Conviene que el mundo conozca que yo amo al Padre y que según el mandato que me dio, así hago. “Levantaos. Vámonos de aquí”…..

Víctor demostró bien su amor a Dios aceptando los dolores y humillaciones. No sólo aceptando las contradicciones, sino amando a los enemigos, como dice San Paulino, citado por San Alfonso María de Ligorio en la Monja Santa, cap. 12: “Amar a los enemigos es la venganza de los santos”. Amando, alabando y haciendo bien a los que los hacían mal es como se vengaban los santos. Además, el que perdona al enemigo, tiene la seguridad de que Dios le perdona. (Lc. 6, 26).

Pero si otra cosa no podéis, rezad, por lo menos, por todos aquellos que os han ofendido y encomendarlos a Dios con todo fervor, como nos lo recomienda el divino Maestro: “Rezad por los que os persiguen” (Mt. 5, 44).




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