sábado, 4 de octubre de 2025

Habla Víctor. Carta 4ª a una religiosa agustina (III)

 

 Libro de la Subida del Monte Carmelo
de San Juan de la Cruz.

El frío, ayuno y penitencias son muy importantes, pero lo son más las mortificaciones de los sentidos, aún más los del alma.

La oración contemplativa, la más eficiente, es la que se hace en fe. No olvides que aunque para el alma es oscura, para el demonio es tiniebla. Por tanto, en humildad y sin hacer nada ni enterarse, se deja gobernar y enseñar el alma por el Espíritu Santo; Este la enseña ciencia muy sabrosa, infusa en fe, por eso no sabe como lo aprendió, no lo pudiendo explicar, porque no cayó en sentido, sino en fe.

 

Seguro que la religiosa agustina entendió perfectamente lo que le dice acerca del frío, de las penitencias y de las mortificaciones, pero dudo que entendiera lo referente a la oración contemplativa hecha en pura fe.

 

San Juan de la Cruz, en Subida del Monte Carmelo dedica a este difícil tema todo el libro segundo que comienza con estas palabras: “En que se trata el medio próximo para subir a la unión de Dios, que es la fe”.

Pone a continuación la segunda canción, base de lo que va a comentar a lo largo de 32 capítulos que dice así: A oscuras y segura / por la secreta escala disfrazada, / ¡oh dichosa ventura!/, a oscuras y en celada, / estando ya mi casa sosegada.

 

Y comienza el comentario con estas palabras: En esta segunda canción canta el alma la dichosa ventura que tuvo en desnudar el espíritu de todas las imperfecciones espirituales y apetitos de propiedad en lo espiritual…. Por eso la llama aquí escala y secreta, porque todos los grados y artículos que ella tiene son secretos y escondidos a todo sentido y entendimiento… Por lo cual dice que iba disfrazada, porque lleva el traje y vestido y término natural mudado en divino, subiendo por fe… Y no solo eso, sino que va el alma tan encubierta y escondida y ajena de todos los engaños

 Del demonio, que verdaderamente camina, como aquí también dice, a oscuras en celada, es a saber, para el demonio, al cual la luz de la fe le es más que tinieblas.

 


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