miércoles, 8 de octubre de 2025

Testimonios P. Jacinto María (III)


2º. Intención de agradar en todas las cosas.

En segundo lugar, el que quiera santificarse, debe hacer cuanto hiciere por agradar a Dios. Todas sus palabras, todos sus pensamientos, todos sus deseos y todas sus obras, no han de ser más que un acto de amor a Dios. “Si tu ojo estuviere bueno, decía Jesucristo, todo tu cuerpo estará iluminado”. Por ojos entienden los Santos Padres la intención. Así decía San Agustín; “La intención es la que hace buena a la obra” (AII BAC. 310).

 

En Víctor, esta intención está considerada en la Biografía: “Vida impactante de un cristiano de a pie, Víctor Rodríguez Martínez”. Capítulo 7 en el apartado “amor a los pobres”, en que, después de mencionar varios casos, concluye diciendo: “Esto por poner algunos ejemplos. Lo cierto es que no podía ver a un pobre que le pidiera o que viera pidiendo limosna que dejara de socorrerles con todo amor, por amor a los pobres y por amor a Jesús, a quien veía en los pobres”. Y lo mismo hacía con los enfermos.

 

Pues amar al prójimo por caridad –escribe San Francisco de Sales- “es amar a Dios en el hombre, o al hombre en Dios; es querer a Dios solo por su amor y a la criatura por su amor también”. Y añade el santo: “El colmo del amor a la divina Bondad del Padre celestial, consiste en la perfección del amor a nuestros hermanos y compañeros”.

 

San Juan de la Cruz lo explica detalladamente: “…ha de advertir el cristiano, que el valor sus buenas obras… no se funda tanto en la cantidad y cualidad de ellas, sino en el amor de Dios que él lleva en ellas; y que entonces van tanto más calificadas, cuanto con más puro y entero amor de Dios van hechas y menos él se quiere interesar acá y allá de ellas, de gozo, gusto, consuelo y alabanza… recoger el gozo a Dios, deseando servirle con ellas en escondido, sin ningún otro respecto y jugo que honra y gloria de Dios”. (Subida, L. III, c, 27, 5).

 

Decía Víctor en una de sus “charlas”: “La caridad no tiene medida… Amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente; o sea, con todo tu ser… Vela en todo momento para que todo tu ser esté amando a Dios”.


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