Monasterio de Carmelitas Descalzas en Sabarís donde residen Eva María y Raquel. |
Medina del Campo, 28 de enero de 2003
Muy amadas:
Como mamá ya os pone al corriente, en primer lugar desearos
en este año profundizar en el interior de vuestras almas, y sobre todo en el
infinito amor que Dios os da continuamente; no desaprovechéis el tiempo que
tengáis soledad; son los momentos en los que nada se debe interponer en vuestra
oración.
Aunque la oración en conjunto es valiosísima; el interior del
alma es más profundo. Así que no perdáis ese tiempo, esa soledad que podéis
tener en el monte, os invita a la vida interior profundizando en el infinito
amor de Cristo crucificado.
Al leer estos consejos de Víctor a su hija y a su nieta, cómo
no recordar las palabras del profeta Oseas: “Voy a seducirla llevándomela al
desierto y hablándole al corazón”, tan citadas por los autores
espirituales.
Pero es San Juan de la Cruz, en “Avisos a un religioso”
donde encontramos desarrollado el valor de la soledad, propia de los
monasterios carmelitas, para descubrir y disfrutar del amor a Dios.
“Para obrar en soledad, le conviene tener todas las cosas del
mundo por acabadas, y así cuando, por no poder más las hubiese de tratar, sea
tan desasidamente como si no fuesen… Para esto procure ser continuo en la
oración, y en medio de los ejercicios corporales no la deje. Ahora coma, ahora
beba, o hable o trate con seglares, o haga cualquiera otra cosa, siempre ande
deseando a Dios y aficionando a Él su corazón, que es cosa muy necesaria para
la soledad interior, en la cual se requiere no dejar el alma para ningún
pensamiento que no sea enderezado a Dios y en olvido de todas las cosas que son
y pasan en esta mísera y breve vida”.
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