miércoles, 4 de septiembre de 2024

Habla Víctor Carta 2 a Eva y Raquel (I)

Monasterio de Carmelitas Descalzas en Sabarís donde residen Eva María y Raquel.


Medina del Campo, 28 de enero de 2003

Muy amadas:

Como mamá ya os pone al corriente, en primer lugar desearos en este año profundizar en el interior de vuestras almas, y sobre todo en el infinito amor que Dios os da continuamente; no desaprovechéis el tiempo que tengáis soledad; son los momentos en los que nada se debe interponer en vuestra oración.

 

Aunque la oración en conjunto es valiosísima; el interior del alma es más profundo. Así que no perdáis ese tiempo, esa soledad que podéis tener en el monte, os invita a la vida interior profundizando en el infinito amor de Cristo crucificado.

 

Al leer estos consejos de Víctor a su hija y a su nieta, cómo no recordar las palabras del profeta Oseas: “Voy a seducirla llevándomela al desierto y hablándole al corazón”, tan citadas por los autores espirituales.

 

Pero es San Juan de la Cruz, en “Avisos a un religioso” donde encontramos desarrollado el valor de la soledad, propia de los monasterios carmelitas, para descubrir y disfrutar del amor a Dios.

 

“Para obrar en soledad, le conviene tener todas las cosas del mundo por acabadas, y así cuando, por no poder más las hubiese de tratar, sea tan desasidamente como si no fuesen… Para esto procure ser continuo en la oración, y en medio de los ejercicios corporales no la deje. Ahora coma, ahora beba, o hable o trate con seglares, o haga cualquiera otra cosa, siempre ande deseando a Dios y aficionando a Él su corazón, que es cosa muy necesaria para la soledad interior, en la cual se requiere no dejar el alma para ningún pensamiento que no sea enderezado a Dios y en olvido de todas las cosas que son y pasan en esta mísera y breve vida”.



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