Begoña como misionera de la Caridad de Teresa de Calcuta con familiares. |
Con el tiempo, el Señor nos da la gracia y el alma se detiene por amor por el Santo Espíritu, pues estas luces no son frecuentes.
Se llega a tener grandes deseos, que son gracias divinas, no suelen ser en muchos tiempos, más bien vienen los sufrimientos espirituales, y estos son más internos en el espíritu.
De todas formas, siempre que se lucha para hacer oración y no se consigue, se aumenta la gracia, aunque en ese momento no te enteras. Yo repito continuamente lo que estoy pensando, sobre todo “venite adoremos”, incluso que esté hablando con personas, la imaginación está presente dentro del alma, que también es una gracia.
Víctor, experimentado hombre de oración, sigue dando sabios consejos a su hija que intenta seguir sus pasos por el camino de la oración. Por eso la advierte que el Señor, a los principiantes les suele conceder momentos de grandes y agradables deseos de estar con Él, disfrutando de su amor, pero que después, suele permitir grandes sufrimientos y noches oscuras que son las que verdaderamente purifican de los pequeños defectos que antes no veíamos.
Víctor pasó por esa experiencia en sus retiros en Batuecas, pero no por eso abandonó la oración, sino que siguió orando varias horas al día, aunque fuese a base de repetir jaculatorias, y es lo que recomienda a su hija.
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