miércoles, 5 de junio de 2024

Florecillas Con el sudor de tu frente comerás el pan.

Obreros trabajando para conseguir su pan.


Se suele insistir en el carácter penal del trabajo como consecuencia del pecado original, pero el trabajo existió desde el primer momento de la creación del hombre y la mujer, pues Dios les puso en el paraíso para que lo cultivaran (Gen. 2, 15). Lo que sucedió al pecar el hombre, fue que al trabajo se le añadió una calidad aflictiva: Con el sudor de tu frente comerás el pan (Gen 3, 19).

 

Desde ese momento, el hombre que no cumple con el trabajo, comete un doble desorden, pues no sólo deja de cumplir el precepto de trabajar, sino que tampoco cumple con la pena que lleva el trabajo.

 

Pero especialmente hemos de trabajar para asemejarnos a Jesús, hijo del carpintero y a su vez carpintero, a María faenando en el hogar, y a san José, carpintero y patrono de los trabajadores, que nos muestran como el trabajo es un medio para conseguir, no sólo el alimento, sino también la santidad.

 

Así lo entendió Víctor y por eso fue un trabajador ejemplar desde joven y lo demostró cuando al tener un fracaso de sus negocios, tuvo que hacer dos turnos de trabajo en Pepsi-Cola para sostener a su familia.

 

En una carpeta llena de papeles referentes a su trabajo, hay varios autógrafos referentes a sus ingresos, por los que sabemos, que por ejemplo, en 1981 cobró 809.690 pesetas. Pero en ese mismo año, aparte del sueldo, recibió 10.000 más, y pone de su puño y letra: Esto es premio a la puntualidad. Víctor tenía al día sus cuentas, afanándose como un santo de a pie, como un trabajador que desde su sueldo fijo y con el sudor de su frente iba sacando adelante a su familia, y a la vez santificándose, pues mientras trabajaba, tenía puesta su mente en Dios y rezaba Avemarías.




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