No
sabes cuanto me alegro en ese crecer continuo que tienes en el espíritu, como
bien dices, sin merecer nada, porque cuando hagas todas las cosas que en el
evangelio se te indica, sierva inútil serás; si así lo comprendes, no tengas
miedo al demonio, a quien se vence con oración y humildad. Este es muy atrevido
y arrogante, pero aún es más cobarde, y teme mucho a las almas humildes, ya que
por experiencia sabe que están protegidas por el mismo Dios, quien le dejará
que te tiente para hacerte ver tu miseria y unirte más a Él. Tanto crecerás,
cuanto seas tentada, en la tentación se fortalece el alma. San Juan de la Cruz,
el principal maestro espiritual de Víctor, en sus cautelas contra el demonios,
habla de que el demonio es siempre astuto para engañar a los espirituales, por
lo que para engañarles lo hace presentándoles las cosas bajo aspecto de bien,
no de mal, porque sabe que el mal conocido lo rechazarán de inmediato y tiene
esta cautela:
“La tercera cautela derechamente contra el demonio es que de corazón procures siempre humillarte en la palabra y en la obra, holgándote del bien de los otros como del de ti mismo y queriendo que los antepongan a ti en todas las cosas, y esto con verdadero corazón. Y de esta manera vencerás el bien en el mal, y echarás lejos el demonio y traerás alegría de corazón. Y esto procura ejercitar más en los que menos te caen en gracia, y sábete que si así no lo ejercitas, no llegarás a la verdadera caridad ni aprovecharás en ella”.
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