sábado, 12 de abril de 2025

Domingo de Ramos

Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.


Desde niño celebró Víctor la fiesta del Domingo de Ramos con un cariño especial, pues además de ser un día en que estrenaba alguna prenda de vestir, al ser monaguillo, disfrutaba de la procesión con los ramos junto al sacerdote. Era una fiesta de gozo para todo el pueblo.

Pero desde que conoció la experiencia de Santa Teresa en un día de Ramos, quiso seguir su ejemplo de invitar a Jesús a comer en su casa en ese día. Estas son las palabras de Santa Teresa:

“El día de Ramos (estando en Salamanca el 8 de abril de 1571) acabando de comulgar, quedé con gran suspensión, de manera que aun no podía pasar la Forma, y teniéndola en la boca, verdaderamente me pareció, cuando torné un poco en mí, que toda la boca se me había henchido de sangre; y me parecía estar también el rostro y toda yo cubierta de ella, como que entonces acabara de derramarla el Señor. Me parece estaba caliente, y era

excesiva la suavidad que entonces sentía, y me dijo el Señor: “Hija, Yo quiero que mi sangre te aproveche y no hayas miedo que te falte mi misericordia; Yo lo derramé con muchos dolores, y tú lo gozas con gran deleite, como ves; bien te pago el convite que me hacías este día”

Esto dijo porque ha más de treinta años que yo comulgaba este día, si podía, y procuraba aparejar mi alma para hospedar al Señor; porque me parecía mucha la crueldad que hicieron los judíos, después de tan gran recibimiento, dejarle ir a comer tan lejos, y hacía yo cuenta de que se quedase conmigo, -y harto en mala posada, según ahora veo- y así hacía unas consideraciones bobas, y las debía admitir el Señor; porque esta es de las visiones muy ciertas, y así para la comunión me ha quedado aprovechamiento.


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