Eva de postulante para carmelita descalza en Sabarís. |
Eva narra como Víctor la había sacado a pasear al barrio San Cristóbal donde se encontró con su amigo Daniel y se entretuvieron mucho tiempo. Eva se aburría y le pidió a su padre regresar a casa, diciendo que si no lo hacía, regresaría sola, y así lo hizo como lo narra en estos términos:
Regresé teniendo que sortear varias dificultades para mi corta edad, que no sería de más de 4 años. La primera fue cruzar la vía del tren, después caminar por varias calles de Villaverde Bajo, cruzando sus correspondientes carreteras… La última carretera era la más peligrosa, por ser un ramal de la salida de la carretera de Andalucía.
Al llegar a nuestro piso, tuve que ponerme de puntillas para llamar al timbre, y mi madre, al mirar por la mirilla no encontró a nadie. Insistí desde fuera diciendo que era Eva. Mamá, al abrirme me encontró sola y me preguntó dónde estaba mi padre, a lo cual contesté: Está en el parque hablando con Daniel. ¿Y has vuelto sola? Volvió a preguntar. Ya os podéis imaginar la sorpresa y susto de mi mamá, y peor el de papá cuando se puso a buscarme y no me encontró. Primero me buscó por el parque y después por todo el camino, con el corazón angustiado, pensando que tendría que dar parte a la policía, y lo peor de todo: ¿Cómo se lo iba a decir a Asunción?
Cuando llegó a casa ya era muy tarde, y mamá le hizo la pillería de preguntarle nada más entrar donde estaba la niña. A lo que él contestó con inalterable paz: La he perdido. Mamá, entonces, riendo le indicó: Mira donde está. Se vino sola. ¡Pobrecillo. Cuánto le hice sufrir! Eso sí. No se alteró nada, permaneciendo con la misma serenidad que le caracterizaba.