sábado, 13 de diciembre de 2025

Fiesta de San Juan de la Cruz

 

San Juan de la Cruz: "Dichos del luz y amor".


Después de la Sagrada Escritura, especialmente el Nuevo Testamento, el autor más citado y el que más ha influido en su vida espiritual, es sin duda

San Juan de la Cruz. De ahí que celebrara su fiesta con júbilo, alegría y agradecimiento especial. Sin su doctrina, difícilmente hubiera superado las pruebas de noche oscura a las que el Señor le sometió para liberarle de las más pequeñas imperfecciones.

Una hija de Víctor, dice que su padre conocía casi de memoria las obras de San Juan de la Cruz y no exagera. Una prueba notoria la tenemos cuando habla de memoria de la oración del alma enamorada de San Juan de la Cruz.

Dice San Juan de la Cruz: “Míos son los cielos y mía la tierra. Mías son las gentes, los justos son míos y míos los pecadores. Los ángeles son míos, y la Madre de Dios y todas las cosas son mías. Y el mismo Dios es mío”.

Dice Víctor: La Santísima Trinidad es mía y todas las criaturas también. Los cielos míos son. Los ángeles y los santos también. La Santísima  Virgen, Madre de Dios, mía es. Las gentes buenas o malas, mías son.

Tierra, aire, agua y sol míos son, porque Dios es mío y para mí”.

miércoles, 10 de diciembre de 2025

Habla Víctor. Carta 4 a una religiosa agustina (VIII)

 

Convento de Agustinas
Recoletas en Betanzos (Coruña)

“Esa experiencia que has tenido en Navidad, es normal en almas tan entregadas. Hay que vivir todos los tiempos de la Iglesia, para eso somos hijos suyos.

Ese amar y callar en silencio, es oración muy sabrosa; o sea, amor de alta contemplación. El Espíritu Santo habla en silencio divino y así le  debe escuchar el alma, sin ruidos exteriores ni interiores. En ese momento es muy provechoso no mover las facultades del alma, para que sea Él quien obre”.

Al no conservarse la carta de la religiosa agustina, no conocemos en que  consistió esa experiencia que recibió en Navidad, pero debió ser  maravillosa. Víctor aprovecha para animarla a que viva con fe las solemnidades que la Iglesia celebra a lo largo del año, pues a través de  ellas, se realizan de nuevo los misterios de la vida de Jesús. Más importancia es lo que añade sobre la acción del Espíritu Santo en la vida espiritual basado en doctrina frecuente de San Juan de la Cruz como lo que dice al inicio de sus “Cautelas”:

“El alma que quiere llegar en breve al santo recogimiento, silencio espiritual y pobreza de espíritu, donde se goza el pacífico refrigerio del  Espíritu Santo, y se alcanza la unidad con Dios, y librarse de los impedimentos de toda criatura de este mundo, y defenderse de las astucias y engaños del demonio, y libertarse de sí mismo, tiene necesidad de ejercitarse, con ordinario cuidado y sin otro trabajo ni otra manera de ejercicio, no faltando de suyo a lo que le obliga su estado, irá a gran  perfección a mucha prisa, ganando todas las virtudes por junto y llegando a la santa paz”.


sábado, 6 de diciembre de 2025

P. José Francisco Rodríguez. Desde la orilla de Dios (VII)

 

P. José Francisco Rodríguez.


Se nace a esta vida llorando y se muere llorando. Si a la criatura que está para nacer se le preguntara si prefería nacer o quedarse en el seno materno, de seguro que diría que prefería seguir en el seno materno. Menos mal que nuestras madres si que sabían que lo bueno para nosotros no era vivir siempre en su seno, sino darnos a luz, y así es que logramos nacer.

Menos mal también, que Dios Padre sabe que es mejor vivir en la vida que Él nos tiene preparada para el cielo, que en la que ahora vivimos, y a la que estamos tan apegados, y aunque nos resistimos a nacer a esa vida, como se resiste a nacer el niño antes de nacer, mirando el bien nuestro, da paso a nuestro nacimiento a esta vida, para que en su día podamos nacer para la otra.

Mientras vivimos en la tierra nos acostumbramos tanto a vivir en la tierra, que nos cuesta lo indecible morir a esta vida para nacer a la otra, siendo ésta incomparablemente mejor. El hecho es que nacemos para esta vida llorando, y nacemos para la otra también llorando, pero para nuestro bien,  tanto en un caso como en el otro, ya que si es para nuestro bien el haber nacido para esta vida, es incomparablemente mayor bien, nacer para la otra, como así lo esperamos, confiados en la bondad de Dios nuestro Padre.




miércoles, 3 de diciembre de 2025

Testimonios. P. Jacinto María (VII)

 

P. Jacinto María.



Armas victoriosas

Escribe San Alfonso María: “Todos saben que mediante los sacramentos y en especial los de la Penitencia y de la Eucaristía, se nos comunican las gracias que el Redentor nos mereció”.

La experiencia cotidiana enseña que cuantos reciben frecuentemente estos, perseveran constantes en la gracia de Dios. Quienes comulgan frecuentemente, ¡cuánta fuerza reciben para resistir las tentaciones! La sagrada Eucaristía se llama “pan celestial” para que comprendamos que así como el pan material con la vida del cuerpo, así la comunión conserva la vida del alma, que es la divina gracia.

El segundo medio eficaz para vencer las tentaciones es la oración hecha a Dios por los méritos de Jesucristo. “Cualquier cosa que pidiereis en mi nombre, eso haré; así la gloria del Padre se manifestará en el Hijo. Lo que pidáis unidos a Mí, Yo lo haré”. (Jo. 14, 13-14) Así pues, todo cuanto pidamos a Dios en nombre de Jesucristo, es decir, por sus merecimientos, lo alcanzaremos.




sábado, 29 de noviembre de 2025

Habla Víctor Carta 4 a religiosa agustina (VII)

Monasterio de agustinas recoletas de la Purísima Concepción
en Pamplona.



Te manifiesto que por mi parte, cuanto más lucho en este canino, más imperfecto me veo.  El amor a Dios no puede tener límite, ya que Él es ilimitado. Pero repito: no es el que se siente, sino el que se lucha por tener: el primero no está en nuestras manos, el segundo sí, porque es amor de voluntad, este empieza en el alma y termina en Dios y da mucho fruto en la Iglesia. El sensible, empieza en el alma y termina en ella”.


Efectivamente, el amor que podamos tener a Dios en esta vida, por muy grande que sea, siempre puede crecer hasta el momento de nuestra muerte. Pero lo que llama la atención es lo que dice del amor sensible y del amor de voluntad. Para hacer estas afirmaciones, se basa, en doctrina de San Juan de la Cruz, que en Subida del Monte Carmelo. Libro 2, capítulo 22, nº, 19, da este consejo a los directores espirituales:


Encamínenlas en la fe, enseñándolas buenamente a desviar los ojos de todas aquellas cosas, y dándoles doctrina en cómo han de desnudar el apetito y el espíritu de ellas para ir adelante, y dándoles a entender cómo es más preciosa delante de Dios una obra o acto de voluntad hecho en caridad, que cuantas visiones y revelaciones y comunicaciones puedan tener del cielo, pues estas ni son mérito ni demérito; y cómo muchas almas, no teniendo cosas de estas, están sin comparación mucho más adelante que otras que tienen muchas”.