sábado, 6 de diciembre de 2025

P. José Francisco Rodríguez. Desde la orilla de Dios (VII)

 

P. José Francisco Rodríguez.


Se nace a esta vida llorando y se muere llorando. Si a la criatura que está para nacer se le preguntara si prefería nacer o quedarse en el seno materno, de seguro que diría que prefería seguir en el seno materno. Menos mal que nuestras madres si que sabían que lo bueno para nosotros no era vivir siempre en su seno, sino darnos a luz, y así es que logramos nacer.

Menos mal también, que Dios Padre sabe que es mejor vivir en la vida que Él nos tiene preparada para el cielo, que en la que ahora vivimos, y a la que estamos tan apegados, y aunque nos resistimos a nacer a esa vida, como se resiste a nacer el niño antes de nacer, mirando el bien nuestro, da paso a nuestro nacimiento a esta vida, para que en su día podamos nacer para la otra.

Mientras vivimos en la tierra nos acostumbramos tanto a vivir en la tierra, que nos cuesta lo indecible morir a esta vida para nacer a la otra, siendo ésta incomparablemente mejor. El hecho es que nacemos para esta vida llorando, y nacemos para la otra también llorando, pero para nuestro bien,  tanto en un caso como en el otro, ya que si es para nuestro bien el haber nacido para esta vida, es incomparablemente mayor bien, nacer para la otra, como así lo esperamos, confiados en la bondad de Dios nuestro Padre.




miércoles, 3 de diciembre de 2025

Testimonios. P. Jacinto María (VII)

 

P. Jacinto María.



Armas victoriosas

Escribe San Alfonso María: “Todos saben que mediante los sacramentos y en especial los de la Penitencia y de la Eucaristía, se nos comunican las gracias que el Redentor nos mereció”.

La experiencia cotidiana enseña que cuantos reciben frecuentemente estos, perseveran constantes en la gracia de Dios. Quienes comulgan frecuentemente, ¡cuánta fuerza reciben para resistir las tentaciones! La sagrada Eucaristía se llama “pan celestial” para que comprendamos que así como el pan material con la vida del cuerpo, así la comunión conserva la vida del alma, que es la divina gracia.

El segundo medio eficaz para vencer las tentaciones es la oración hecha a Dios por los méritos de Jesucristo. “Cualquier cosa que pidiereis en mi nombre, eso haré; así la gloria del Padre se manifestará en el Hijo. Lo que pidáis unidos a Mí, Yo lo haré”. (Jo. 14, 13-14) Así pues, todo cuanto pidamos a Dios en nombre de Jesucristo, es decir, por sus merecimientos, lo alcanzaremos.




sábado, 29 de noviembre de 2025

Habla Víctor Carta 4 a religiosa agustina (VII)

Monasterio de agustinas recoletas de la Purísima Concepción
en Pamplona.



Te manifiesto que por mi parte, cuanto más lucho en este canino, más imperfecto me veo.  El amor a Dios no puede tener límite, ya que Él es ilimitado. Pero repito: no es el que se siente, sino el que se lucha por tener: el primero no está en nuestras manos, el segundo sí, porque es amor de voluntad, este empieza en el alma y termina en Dios y da mucho fruto en la Iglesia. El sensible, empieza en el alma y termina en ella”.


Efectivamente, el amor que podamos tener a Dios en esta vida, por muy grande que sea, siempre puede crecer hasta el momento de nuestra muerte. Pero lo que llama la atención es lo que dice del amor sensible y del amor de voluntad. Para hacer estas afirmaciones, se basa, en doctrina de San Juan de la Cruz, que en Subida del Monte Carmelo. Libro 2, capítulo 22, nº, 19, da este consejo a los directores espirituales:


Encamínenlas en la fe, enseñándolas buenamente a desviar los ojos de todas aquellas cosas, y dándoles doctrina en cómo han de desnudar el apetito y el espíritu de ellas para ir adelante, y dándoles a entender cómo es más preciosa delante de Dios una obra o acto de voluntad hecho en caridad, que cuantas visiones y revelaciones y comunicaciones puedan tener del cielo, pues estas ni son mérito ni demérito; y cómo muchas almas, no teniendo cosas de estas, están sin comparación mucho más adelante que otras que tienen muchas”.





sábado, 22 de noviembre de 2025

Solemnidad de Cristo Rey.

Cristo Rey del universo.

Con la Solemnidad de Cristo Rey del universo, concluye el año litúrgico,  que no coincide con el año civil. A lo largo de cada año litúrgico se hace un recorrido por toda la historia de la salvación, que comienza con el Adviento, continúa con la Navidad, Cuaresma, Pascua de Resurrección, Pentecostés y concluye con esta celebración de Cristo Rey del universo.

 Cuando los judíos llevaron a Jesús ante Pilatos para que le condenara a muerte por proclamarse rey contra el Cesar, le preguntó a Jesús: ¿Tú eres Rey? Jesús le contestó: “Tú lo dices: soy Rey. Yo para eso he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. (Jo. 18, 36-37).

 En el prefacio de este día se nos dice que su reino, “es un reino eterno y universal; el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia. El reino de la justicia, el amor y la paz”.

 Santa Teresa de Jesús, comentando las palabras del Credo, “venga a nosotros tu reino”, hace esta reflexión: “El gran bien que me parece a mí hay en el reino del cielo, es ya no tener cuenta con cosa de la tierra, sino un sosiego y gloria en sí mismos, que les viene de ver que todos santifican y alaban al Señor y bendicen su nombre y no le ofende nadie; todos le aman y la misma alma no entiende en otra cosa sino en amarle, ni puede dejarle de amar, porque le conoce”. (C. 30, 5)


miércoles, 19 de noviembre de 2025

Testimonios. (VI) P. Jacinto María

 

P. Jacinto María


4. Conformidad con la voluntad de Dios. Continuación.

Santa Teresita, en cada sufrimiento aviva su fe en el Amor paternal de Dios, como una expresión del Amor, porque es manifestación de la voluntad divina. Escribe: “¿Cómo es posible que Dios, amándonos tanto, infinitamente, se goce en hacernos sufrir?”. Y añade sin vacilar: “No, no puede gozarse en nuestro dolor. Lo permite, pues, como a pesar suyo”.

Ejemplo tenemos en la mamá que tiene que asear a su bebé. Sabe que le va a hacer sufrir… Lo hace a pesar suyo, para bien de su criatura. El pequeño no lo entiende.

Víctor ha considerado profundamente lo que dice San Pablo en Colosenses 1, 24: “Sufro en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su Iglesia. Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros”.

Escribe Víctor en un breve comentario Acerca del sufrimiento: “Alegría de penetrar en el sentido salvífico del sufrimiento. Es esencial a la naturaleza del hombre, tan profundo como este es inseparable de él… El sufrimiento es más vasto que el producido por la enfermedad. Abarca cuerpo y espíritu.

Normal en el alma en peligro de muerte de los padres, de los hijos…, la hostilidad del ambiente, la irrisión y escarnio hacia quien sufre la soledad y abandono. El no comprender porqué los malos prosperan y los justos sufren. La ingratitud de amigos y vecinos, y más si son familiares.