Humilladero en las afueras de Quintanadiez de la Vega, pueblo de Víctor |
Si no pasamos necesidad en el hogar, se debió a que en casa se trabajaba mucho, primero mi padre solo, y luego acompañado de víctor, que desde los 14 años tuvo que trabajar duro en trabajos de agricultura impropios de su edad, como era, por ejemplo, el de segar a guadaña, para lo que se requiere mucha fuerza y habilidad, aunque él, a pesar de sus catorce años si las tenía y trabajaba con ganas”. José Francisco Rodríguez.
Ya antes de los catorce años a Víctor le tocó trabajar, como sucedía a la mayoría de los niños hijos de agricultores. En carta a su nieto Ignacio el día que cumplía seis años, le escribió una carta en la que hace una bonita relación de lo que él hacía a esa edad, incluyendo las pequeñas travesuras propias de niños, como llevar las vacas a pastar a un prado cercado y dejarlas solas para ir a jugar con otros niños.
El trabajo era grande, pues, por ejemplo dice del verano: Había que trillar con todo el calor. Esto sí que era pesado. Después de aparbar, que nos gustaba montar en el aparbadero, volvíamos a cuidar las vacas, esta vez sin compañeros, además de noche. ¡Menudo miedo que se pasaba cuando las aves nocturnas, como el búho, la lechuza, etc., se lanzaban sobre ratas y ratones, además cerca de ti, y cuando cantaban anunciando su presencia!