Inmaculada Concepción |
Víctor fue desde su infancia un devoto extraordinario de María, y celebraba con alegría todas sus fiestas, pues reconoce que le libró de la muerte en varias ocasiones, especialmente cuando tenía solamente dos años, como confiesa en su autobiografía con estas palabras: “Cuando la muerte llegó y me arrebató, al traspasar el umbral, allí me encontré con Jesús, María y José. La Virgen me protegió y me tomo de la mano. Dos años tenía y por muerto me daban. De pronto brotó en frente y cara una mancha colorada; por ello pinto me llamaban”.
No consta que conociera estas palabras españolas que reflejan el sentido popular y el contenido teológico de como María fue concebida sin mancha del pecado original por especial privilegio, al ser elegida para ser la Madre de Dios Encarnado, pero creía en el misterio y lo celebraba con inmenso gozo.
¿Quiso y no pudo? ¡No es Dios!
¿Pudo y no quiso? ¡No es Hijo!
Digan, pues, que pudo y quiso
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