Raquel con su familia el día de su entrada como carmelita en Sabarís |
Déjate gobernar, déjate amar. Déjate despreciar y llegarás a
la perfección. Poco a poco irás creciendo en el amor, que es para lo que hemos
sido creados, La vocación es un don de Dios y a nadie pide lo que no puede dar.
Al igual que has sido buena estudiante, seguro que serás una carmelita que día
a día irá creciendo en el amor.
Efectivamente, la vocación, como la fe, es un don de Dios. Se
puede leer toda la Sagrada Escritura y no tener fe, y se puede escuchar un
simple sermón o ver el ejemplo de un creyente y aceptar la fe. Se puede se un
joven creyente, fervoroso, caritativo, etc., y no ser llamado a la vida
sacerdotal o religiosa, y otro menos creyente y menos fervoroso ser llamado por
el Señor.
En la propia familia de Víctor encontramos un caso. Víctor
fue desde niño, creyente fervoroso, obediente y trabajador, mientras que su
hermano José Francisco, a pesar de ver su buen ejemplo, no sólo fue travieso, sino
el más travieso del pueblo, creando constantemente problemas a sus padres por
las quejas que recibían de los vecinos.
Las circunstancias familiares pudieron influir, pero lo
cierto es, que Víctor contrajo matrimonio y dentro del matrimonio se santificó,
mientras que José Francisco, poco fervoroso y muy travieso, fue llamado a la
vida religiosa después de escuchar un sermón al P. Hilario, carmelita descalzo,
sobre el amor entrañable de María nuestra madre, durante la novena a la Virgen
del Valle en Saldaña.
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