Perros rabiosos amenazando a personas. |
Víctor contó a su nieta Raquel lo que le sucedió un día que
decidió ir desde Velillas del Duque hasta su pueblo natal Quintanadiez de la
Vega para visitar y compartir con sus amigos de infancia.
Para ir de un pueblo al otro por carretera, hay que subir de
Velillas del Duque a Saldaña, allí pasar por un puente el río Carrión para
luego descender a Quintanadiez de la Vega. La distancia es de unos ocho
kilómetros y medio. Tendría que pedir un taxi o a algún amigo que le llevara. Pero
hay un atajo atravesando el río Carrión junto a Velillas por unos maderos,
siguiendo por Gallinas y Lobera hasta Quintanadiez que se reduce a la mitad.
Como era los primeros años de su estancia en Velillas, cuando
aun podía desplazarse
a diario a pueblos cercanos para asistir a misa y se
encontraba con fuerzas suficientes, determinó ir por el camino corto, pero al
llegar a Lobera de la Vega, le salió una jauría de perros que se abalanzaban contra él.
Víctor, en lugar de lanzarles piedras o de amenazarlos para
defenderse, se detuvo con serenidad frente a ellos, pidió ayuda al Señor, y en
su nombre hizo la señal de la cruz, e inmediatamente perdieron su agresividad y
se alejaron los perros.
El nombre de Lobera indica que en tiempos pasados ese lugar
fue guarida de lobos, pero hace más de un siglo que ni en Lobera ni en sus
alrededores se han vuelto a ver lobos, y menos en manada, ni siquiera en los crudos
inviernos con prolongadas nevadas apremiados por el hambre ¿De dónde salió
esa manada? ¿Por qué lo permitió el Señor?
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