San Juan de la Cruz. "Llama de amor Viva". |
“No se sufre por lo que no se conoce. Los ateos no se
consideran pecadores, y los agnósticos tampoco. Y es muy sencillo, no pueden
recibir el Espíritu Santo. “Llama de amor viva que tiernamente hieres, del alma
en su profundo centro, no me seas esquiva, rompe la tela de este dulce
encuentro”.
El Concilio Vaticano II se preocupó muchos de los ateos y de
los agnósticos por ser un problema en nuestros días. En la Constitución Gaudium
et spes habla con respeto de ellos y no los condena, sino que la Iglesia pide
por ellos para que lleguen al conocimiento de la verdad y no se dejen llevar
por los bienes puramente materiales.
Eso mismo es lo que hizo Víctor: rogar por los que,
arrastrados por los bienes de este mundo, han perdido la fe en un Dios
trascendente, para que se conviertan y puedan recibir el Espíritu Santo y gozar
de sus Dones, pues el Espíritu Santo es esa “Llama de amor viva,
que tiernamente hiere del alma en su profundo centro”.
San Juan de la Cruz, autor del poema “Llama de amor viva”,
dice que el alma enamorada “pide con gran deseo a la Llama, que es el
Espíritu Santo, que rompa ya la vida mortal por aquel dulce encuentro en que de
veras le acabe de comunicar lo que cada vez parece que le va a dar cuando la
encuentra, que es glorificarla entera y perfectamente”. (Llama 1, 1)
No hay comentarios:
Publicar un comentario