María del Carmen García Rodríguez. |
Por mi parte, tengo la experiencia de que fallo por todas
partes. Cuantas más gracias me da Dios, más me siento pecador, y es que al
iluminar mi alma, se ven reflejadas en ella todos mis pecados e imperfecciones, por el ello el
dolor se hace más profundo. María del Carmen García Rodríguez
Desde que María del Carmen tuvo un largo y profundo encuentro
espiritual con su tío Víctor, comenzó a referirse a él como a, “mi tío el
místico”, porque se convenció y sigue convencida, de que fue durante sus
estancias en el Desierto de San José de Las Batuecas donde el Señor le hizo
pasar por la dolorosa experiencia de ver con claridad sus más mínimas
imperfecciones para purificarle de todas ellas.
Esa intuición resultó ser cierta, como podemos comprobar por
los escritos autobiográficos de Víctor que, por cierto, en esas fechas aún no
los había escrito, en los que encontramos palabras como estas: “Año tras año
al desierto en mis vacaciones me llegaba, ansioso de llegar estaba, aunque bien
me sabía que a sufrir iba. Allí, nada más llegar, todo cambiaba. El Espíritu
Santo de la mano me tomaba y todas mis miserias, me mostraba. Tan miserable me
vi, que solo llanto de dolor tenía, que si esto no tuviera, peor lo pasara”.
San Juan de la Cruz, dice: “Esta noche oscura es una
influencia de Dios en el alma, que la purga de sus ignorancias e imperfecciones
habituales, naturales y espirituales, que llaman los contemplativos
contemplación infusa o Mística
Teología, en que de secreto enseña Dios al alma y la instruye en
perfección de amor, sin ella hacer nada ni entender cómo es esa contemplación
infusa. (2N 5, 1).
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