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Víctor y Asunción con Sara el día de su bautizo en Velillas del Duque. |
“Cuando supo que estaba
embarazada de mi última hija con la situación tan difícil que tenía en mi
matrimonio, me dijo: Nosotros te ayudaremos. Y así fue. Fue un gran consuelo
para mí oír estas palabras de mi padre y que no estaba sola con todo lo que se
me venía encima” (Teresa).
Efectivamente, Teresa, al
poco tiempo de quedar embarazada de la que sería su última hija, no tuvo más
remedio que romper con su marido que la estaba siendo infiel y no aportaba nada
para el mantenimiento de sus hijos. Ante esta situación tan delicada, podemos
hacernos una idea de las angustias que estaba pasando pensando en cómo sacar
adelante su hogar.
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Víctor con Sara, la última hija de Teresa |
Cuando Víctor se enteró, le
faltó tiempo para brindarse a ayudarla y para darla confianza en que la nueva
criatura sería una gran bendición de Dios para su hogar. El modo de brindarse
fue el mejor consuelo y estímulo que pudo recibir para llevar con gozo su embarazo,
con la seguridad de que a falta de un esposo irresponsable, sería su padre
amoroso y providente el que se encargaría de que nada faltase en su hogar.
Como Teresa para esas fechas
ya había experimentado su propia conversión, comprendió que su embarazo era una
bendición, pues Dios, por medio de ella, creaba una nueva vida por amor, y
llevó su embarazo con la esperanza y la alegría de toda buena madre.
Y Víctor no faltó a su
compromiso, pues siempre estuvo atento y dispuesto para que nada faltase en ese
hogar y cuando Teresa necesitaba de su presencia, sabía que no tenía más que
insinuarlo.
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