Chelo con su hijo Ignacio entre sus suegros Víctor y Asunción. |
Mañana domingo, Dios mediante, me voy a Móstoles, tengo
consulta con el cardiólogo. Me acompaña Chelo. Cuando fui a hacerme las
pruebas, la verdad es que no estaba para ir solo. Gracias a Dios me salió bien.
Me acompañó en el hospital Daniel Colorado, además se sintió muy agradecido por
haberle llamado. Estuvimos un par de horas hablando y paseando. No sé cómo
aguanté, porque no tenía ni equilibrio. Se conoce que me ayudó el ser
espiritual nuestro paseo.
Al tratarse de una carta familiar, no todo tiene que ser
espiritual, sino que también se trata de acontecimientos familiares de interés, como el de su
enfermedad, que era cada vez más notoria, pues reconoce su cansancio y hasta
dificultades para mantener el equilibrio.
Pero aún en esos temas, siempre sale a relucir algo
espiritual, como el agradecimiento a Chelo, la esposa de su hijo José por
acompañarle hasta Móstoles, y a su buen amigo Daniel Colorado, que le acompañó
al hospital con el mismo amor que en otras ocasiones le había acompañado al
desierto de San José de las Batuecas en busca de un especial encuentro con el
Señor. De hecho, las dos horas paseando con su amigo, las aprovecharon para
tratar de cosas espirituales.
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