Raquel y Carlos con sus abuelos el día de su primera comunión. |
“A tus hermanitas las encuentro muy bien. A Sara misma la
encuentro más amable. Solamente le vi una remostera en los cuatro días que
estuve. No la gustó lo que le decía su madre y se marchó enfadada a su
habitación. Rebeca tan tranquila como siempre. Como las vacaciones son largas,
procuraremos estar hasta el siete de enero que terminan; nos iremos el día
nueve, ya que el diez tengo consulta en el hospital. Cuando nos escribas, si
puedes nos haces las letras un poco mayores. Los abuelos ven mal, aunque sea con
gafas”.
En esta carta a Raquel, su primera
nieta, le habla del comportamiento de sus dos hermanas más pequeñas de las que
da datos muy ciertos. Sara, la más pequeña, era por esas fechas una niña de
corazón de oro y muy simpática, pero a la vez muy espontánea y explosiva.
Rebeca, por el contrario, siempre fue
muy obediente con sus padres, con sus abuelos en el colegio, etc., y muy
tranquila y responsable desde pequeña. Pero a pesar de ser tan distintas,
siempre estaban juntas y se entendían perfectamente.
Curiosa la petición de Víctor a su nieta
de que, cuando le escriba, lo haga con letras de mayor tamaño, recordándole que
la vejez no perdona y que la vista de sus abuelos ya no es la misma.
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