![]() |
Pentecostés del Greco |
En el prefacio de la solemnidad Pentecostés se nos resume con estas palabras los efectos de la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, efectos que siguen derramándose sobre los fieles a lo largo de los siglos.
“Para llevar a plenitud el misterio pascual, enviaste hoy el Espíritu Santo sobre los que habías adoptado como hijos por su participación en Cristo. Aquel mismo Espíritu que, desde el comienzo, fue el alma de la Iglesia naciente; el Espíritu que infundió el conocimiento de Dios a todos los pueblos, reunidos en Jerusalén; el Espíritu que congregó en la confesión de una misma fe a los que el pecado había dividido en diversidad de lenguas. Y el mismo Espíritu que sigue vivificando a tu Iglesia, e inspira a todos los hombres de buena voluntad que buscan tu reino”.
Víctor ha sido de los creyentes que han experimentado en su propia vida la presencia del Espíritu Santo y estos efectos. Así lo ha dejado plasmado en sus comentarios a “los Siete Dones del Espíritu Santo”, y lo ha vivido en las dolorosas purificaciones a las que el Espíritu Santo le sometió para limpiar todas sus imperfecciones, hasta el punto de exclamar: “El Espíritu Santo de la mano me tomaba y todas mis miserias me mostraba. Tan miserable me vi, que solo llanto de dolor tenía, que si esto no tuviera, peor lo pasara”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario