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Santa Soledad fundadora de las Siervas de María con un enfermo. |
“En Velillas del Duque había un enfermo llamado Eulogio
que estuvo 20 años en cama. Sólo cuidado por su mujer, pues no tenía hijos.
Víctor iba a charlar con él y hacerle compañía” (Asunción).
Víctor sintió un gran amor por los pobres en general y por
los más pobres entre los pobres como son los enfermos, que en todo dependen de
los demás. Se acercaba a ellos con verdadero cariño, compartía con ellos y les
transmitía confianza en el amor misericordioso del Señor. Siempre se preocupaba
de que recibieran los últimos sacramentos y les preparaba para recibirlos.
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San Camilo de Lelis fundador de Camilos, orden hospitalaria. |
Fue este amor a los
pobres enfermos lo que le impulsó a integrarse en la Congregación de San Felipe
Neri, cuyo título es: “Congregación de San Felipe Neri de Seglares Siervos
de los pobres enfermos del Hospital general”. Una de sus grandes alegrías
fue cuando recibió la Cédula de su adscripción definitiva a la Congregación en
la que se le dice: “La divina Providencia que con benéfica mano ha conducido
a vuestra caridad a esta santa Congregación, le llama a ella para que como
siervo fiel sirva a los pobres enfermos, los consuele, los asista y ayude en
sus necesidades, a imitación de nuestro Soberano Maestro”.
Todo un programa de entrega y servicio a los enfermos que
Víctor practicó con ilusión y cariño mientras el Señor le concedió salud, y
especialmente durante los nueve años que estuvo al frente de la Congregación, en
que además estimuló a los demás miembros de la Congregación como se deduce de
estas palabras que pronunció en la Junta General de 25 de noviembre de 1979: “Es
muy necesario rezar, y que cuando vamos a ver al enfermo, debemos darnos cuenta
que si no estamos llenos de Cristo, mal se lo podemos transmitir al enfermo”.
El caso de Eulogio es una muestra más de su amor entrañable a
los enfermos convertido en delicadeza. Su larga experiencia en el Hospital
Gregorio Marañón le hizo ver, que lo que más valoraban los enfermos, era que
les visitaran con cariño, se interesaran por ellos, les escucharan con interés
y les dirigieran palabras de aliento, de fe y de esperanza. Eso es lo que
Víctor hacía en sus visitas a los enfermos, y por eso les transmitía paz y
esperanza.
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