El Jueves Santo se centra en la institución del sacramento de la Eucaristía. Jesús aprovechó
la Última Cena con sus discípulos antes de iniciar el camino hacia su pasión y muerte por amor,
para quedarse entre nosotros como alimento de vida eterna, pues no sólo transformó el pan y el vino
en su cuerpo y en su sangre,
para dárselo a sus apóstoles, sino que además les confirió poder para que hicieran lo mismo,
instituyendo el sacramento del Sacerdocio: “Haced esto en memoria mía”.
Jueves santo es también el día del amor fraterno: “Os doy un mandamiento nuevo, que os améis los unos a los otros, como Yo os he amado.
En esto conocerán que sois mis discípulos”. (Jo. 13, 34-35).
Si Víctor se hizo adorador nocturno fue por su entrañable amor a Jesús presente en la Eucaristía.
El Jueves Santo quería pasar la noche y el día entero en su presencia. Eva, su hija más pequeña
que le acompañó alguna hora, le vio a su padre arrodillado tan fervoroso y feliz, que no pudiendo
aguantar su curiosidad, se acercó para preguntarle: Papá. ¿A ti te habla Jesús?
No hay comentarios:
Publicar un comentario