“Todas las hermanas que le conocieron, pueden decir que
su tema principal de conversación era Dios. Tanto en el locutorio como en el
torno, no se perdía tiempo con él. Nunca hablaba de cosas del mundo y decía que
éste había que llenarlo de Dios”. (Carmelitas Descalzas de Sabarís).
En todos los conventos de religiosas Carmelitas Descalzas, y
el de Sabarís no es excepción, hay una sala llamada “locutorio”, que es
el único lugar donde las religiosas pueden recibir visitas y hablar con los
seglares, y un pequeño “torno”, en que la hermana que hace de portera,
atiende a los que se acercan al monasterio.
En el locutorio, en la parte destinada a los visitantes,
separados de las religiosas por una reja, hay un letrero con esta inscripción:
“Hermanos: Una de dos ha de ser: o no hablar o hablar de Dios, que en las
casas de Teresa, esta ciencia se profesa”.
Es de suponer que no todas las personas que se acercan a
hablar con las religiosas, especialmente sus familiares más cercanos, se
atengan rigurosamente a esta norma, pero en el caso de Víctor se cumplía con
tanta perfección, que llamaba la atención de las mismas monjas, porque era él
el que más hablaba de cosas espirituales, hasta el punto de reconocer “que
su tema principal de conversación era Dios”.
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