sábado, 16 de marzo de 2019

Habla Víctor. A mis enemigos busqué.

San Juan de la Cruz autor de las "Cautelas"
para vencer a los enemigos del alma.


Tanto a mis enemigos busqué que dentro de mí los encontré. Los apetitos allí estaban. La soberbia, madre y raíz de todos.

Tanto en el Catecismo del P. Astete como en el Catecismo del P. Ripalda, verdaderos resúmenes de teología que de niños aprendíamos de memoria en la escuela y en la catequesis, se nos enseñaba que los tres verdaderos enemigos del hombre son el demonio, el mundo y la carne. Pues estos son precisamente los únicos enemigos que sí encontró Víctor, tras hacer un recorrido de su vida.

Discípulo de San Juan de la Cruz, conocía perfectamente su breve escrito titulado “Cautelas”, que, aunque dirigidas a los religiosos deseosos de alcanzar la perfección, son perfectamente aplicables a todos los que quieren cumplir la voluntad de Dios, como es el caso de Víctor. En ellas se explica con claridad que, los verdaderos enemigos en nuestra vida espiritual, son el mundo, el demonio y la carne y para combatir a esos enemigos, da normas concretas contra cada uno en particular.

Expulsión de Adán y Eva del Paraíso por su pecado.

Pero antes de dar esos avisos concretos o cautelas, a modo de introducción pone estas aclaratorias palabras: “El mundo es el enemigo menos dificultoso; el demonio es más oscuro de entender, pero la carne es más tenaz que todos y duran sus acometimientos mientras dura el hombre viejo. Para vencer a uno de estos enemigos es menester vencerlos a todos tres; y enflaquecido uno, se enflaquecen los otros dos, y vencidos todos tres, no le queda al alma más guerra”.

De estos tres enemigos, aunque el más tenaz, en palabras de Juan de la Cruz, sea la carne, el más astuto es el demonio. De hecho, la caída del hombre en el Paraíso, se debió a la astucia del demonio que, tomando figura de serpiente se sirvió para engañar a Eva, ofreciéndole algo maravilloso: nada menos que poder ser como Dios. Por eso San Juan de la Cruz previene a todos los espirituales con estas palabras:

 Entre las muchas astucias de que el demonio usa para engañar a los espirituales, la más ordinaria es engañarlos debajo de especie de bien y no bajo de especie de mal; porque sabe que el mal conocido apenas lo tomarán. Y así siempre te has de recelar de lo que parece bueno, mayormente cuando no interviene obediencia”.

Cristo tentado por el diablo en el desierto.

¿Recuerdan las tentaciones de Cristo y cómo en todas ellas el demonio trata de convencerlo ofreciéndole cosas en sí muy halagüeñas, incluso avaladas con palabras de la Sagrada Escritura?

Por eso Víctor trató siempre de conocer la voluntad de Dios mediante la lectura de la Palabra de Dios y la meditación asidua de esa Palabra, pero confrontándola siempre con el parecer de sus confesores y siguiendo sus directrices. La obediencia, la humildad y la pobreza son básicas para vencer a estos enemigos. Así es como Víctor hizo frente y  venció a estos tres fuertes enemigos.





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